lunes, 11 de marzo de 2019

Robot camarero

Más discutible es el robot camarero. La máquina cuesta unos 50.000 dólares que, según me contaba el fabricante, se amortizan en cinco años sirviendo capucinos. Defendía el ingeniero coreano la gran ventaja de que, a diferencia de los camareros humanos, su brazo robótico puede trabajar sirviendo tazas 24 horas al día y nunca se pone malo. Además, presume de que como reconoce al cliente nada más verlo gracias a las cámaras que lleva incorporadas, pone cafés al gusto de cada uno sin tenérselo que pedir.

Pero este robot que sirve cafés no es más que una máquina de vending sofisticada. No un sustituto de esos camareros a los que llamamos ‘jefe’. Igual que los brazos mecánicos de ZTE que tocaban el piano con inteligencia artificial no sustituyen al pianista sino a la caja de música. No puedo descartar que lo hicieran en playback, porque no sabían improvisar nuevas canciones. Siempre las mismas cuatro. Decenas de personas se paraban a grabar con sus móviles cómo tocaban. Pero al terminar la función nadie les aplaudía.

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